Abstract
En las últimas décadas han coincidido dos procesos diferentes: un boom de la memoria y la reactivación de los movimientos afroamericanos. Dicha conjunción ha dado lugar a un renacer de los trabajos de memoria posesclavista, dando continuidad y renovando la larga tradición de memorias del trauma de la esclavitud. Partiendo de la propuesta de Mitchell de entender la esclavitud como un “estorbo de memoria”, este ensayo propone indagar sobre los modos en que algunas prácticas culturales de la diáspora caribeña –en particular, en las artes visuales y en la literatura– van desarrollando un trabajo mnésico a partir de materialidades residuales. Dichos procesos mnémónicos se dirigen ya no hacia lo que conocemos o podemos llegar a conocer sobre la esclavitud, con miras a restituir un sentido, sino hacia aquello que se escapa, hacia lo que nunca llegaremos a saber, sin que por ello ese saber ahuecado deje de hacerse dolorosamente presente. El ensayo llama la atención sobre ciertas estéticas mnemónicas que al (des)componer archivos, trabajar a partir de la acumulación de restos, deshacer cronologías e insistir en la materialidad de la memoria, llevan adelante un desplazamiento de la documentación a la arqueología, de la narración a la presencia, de la rememoración a la recolección.