Abstract
Agradezco a los editores del presente volumen que me hayan invitado a decir unas palabras finales. Digo “decir” porque el libro nació a partir de un encuentro de viva voz en el que tuve el placer de participar en plena pandemia. Una pan-demia que creó nuevas tradiciones discursivas, que nos abrió al mundo de las plataformas digitales, que hizo entrar el universo de Zoom en nuestros hogares y conectarnos a través de él con el planeta entero. La pandemia fue uno de esos típicos acontecimientos de catálisis, de aceleración de algo que ya estaba prepa-rado pero que habíamos en gran parte ignorado. Las innovaciones técnicas como el correo electrónico, WhatsApp o Zoom son marcos pragmáticos de continui-dad y de innovación: provocadores de creatividad y de adaptación comunicativa. La fascinación de la pragmática marcó décadas de discusión lingüística, y la noción de tradicionalidad discursiva señala que la pragmática no solo tiene un lado situacional y actual, sino que los hablantes resuelven tareas comunicativas de manera semejante a otras anteriores con las que puede establecerse una com-paración: la tradicionalidad de los discursos no solo sirve para ahorrar esfuerzos y poder recurrir a lo ya dicho, sino que añade un valor semiótico propio a la tradición misma.